Israel recibe poco crédito por sus sacrificios

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Las bajas civiles en Gaza son trágicas, pero son principalmente el resultado de la forma en que Hamás se incrusta en lo que deberían ser espacios civiles seguros. El ejército estadounidense tampoco pudo evitar bajas civiles contra ISIS en Mosul, Irak, u otros enfrentamientos posteriores al 11 de septiembre. Estados Unidos tampoco bombardea indiscriminadamente. El presidente Biden fue noticia al declarar el martes que el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, “tiene que cambiar”. Como es típico del presidente, sus comentarios posteriores fueron difíciles de seguir, pero muchos los escucharon como un llamado a una nueva coalición de gobierno israelí dispuesta a impulsar una solución de dos Estados. No le corresponde al señor Biden elegir a los líderes de Israel. En lugar de ello, podría intentar escuchar a los israelíes sobre los riesgos de empoderar a una Autoridad Palestina (AP) que se ha negado a condenar la masacre de Hamás. O podría escuchar a los palestinos, el 72% de los cuales cree que Hamás hizo bien en lanzar su ataque el 7 de octubre, según una nueva encuesta del Centro Palestino de Investigación de Encuestas y Políticas. Esa cifra se eleva al 82% entre los palestinos de Cisjordania, que están gobernados por la Autoridad Palestina, no por Hamás. Mohammad Shtayyeh, primer ministro de la Autoridad Palestina, dijo el domingo que “Hamás es una parte integral del mosaico palestino”. El problema es que esto es cierto. Por eso nadie en su sano juicio en Israel piensa hoy en crear un Estado palestino. Hamás no quiere una solución de dos Estados; quiere la solución final. Israel no tiene buenas opciones aquí, pero Estados Unidos sí. El presidente puede centrarse en apoyar a un aliado de Estados Unidos para vencer a un enemigo genocida.