La administración Biden no tiene planes de cambiar su política hacia Israel después de que las fuerzas del aliado mataran a siete trabajadores de ayuda humanitaria. El presidente Joe Biden se enfureció en privado por el ataque mortal y en una declaración pública reprendió a Israel por ello, pidió “rendición de cuentas” a los responsables y exigió que se permitiera la entrada de más asistencia humanitaria a Gaza. Pero dos altos funcionarios de la administración dijeron que hasta ahí llegarán él y la Casa Blanca por ahora. "Eso es todo lo que hemos planeado", dijo uno de los funcionarios, a quien, como otros, se le concedió el anonimato para hablar con franqueza sobre la planificación de la administración o las reacciones internas. Es el último ejemplo de cómo Estados Unidos critica la conducta de Israel en la guerra contra Hamas y al mismo tiempo se muestra reacio a utilizar su influencia para forzar un cambio. Biden ha apoyado a Israel en su objetivo de derrotar militarmente a Hamas, resistiendo los llamamientos de los progresistas y las voces pro palestinas para condicionar la ayuda militar o imponer otras restricciones. Tales medidas romperían, en lugar de doblar, la relación con Israel, argumenta la administración. Y pondrían fin a cualquier influencia que Estados Unidos tenga sobre Israel en la protección de civiles, lo que ha provocado fisuras dentro de la administraci&oac…
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¿Puede considerarse complicidad el silencio o la inacción ante las irregularidades? ¿Por qué o por qué no?
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¿El miedo a perder influencia o dañar una relación con un aliado debería impedir que un país adopte una postura sobre cuestiones morales?
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¿Cómo deberían reaccionar los países cuando sus aliados hacen algo que va en contra de los principios humanitarios?
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¿Es alguna vez justificable priorizar las alianzas políticas o estratégicas por encima de los derechos humanos y las consideraciones éticas?